sábado, 20 de febrero de 2010

Maneras de ver la vida


Una joven paseaba por un parque de vuelta a casa, cruzando por mitad del parque dos personajes la observaban uno desde cada lado, sentados en un banco. A un lado, un anciano la miraba, añorando su juventud; desde el otro, un joven, porro y litrona en mano la seguía con la mirada mientras pensaba, que buena está...
La chica se perdió a lo lejos y los dos hombres se miraron y cruzaron una tímida y cómplice sonrisa como si los dos compartieran un mismo pensamiento, y en el fondo era cierto, en parte, ya que los dos tuvieron calientes pensamientos con la joven, por un momento los dos la vieron desnuda y se imaginaron con ella. Pero pronto otro pensamiento les invadió la cabeza y les devolvió a su dura y triste realidad.
El anciano, por un lado miró al joven tan pronto como ella se perdió y pensó con envidia:
Si yo tuviera su edad no la habría dejado escapar... Bueno, que coño, si yo pudiera volver a tener su edad podría tener a miles de chicas como esa, incluso mejores, al menos seguro que no volvería a estar solo, como ahora, no malgastaría mi vida quemándome en un trabajo de mierda, dejando de lado incluso a mi familia para llegar solo al fin de mi vida con una pensión de mierda que seguramente peligre con semejante panda de vagos teniendo que mantener el sistema...
Puto "jipi" drogadicto... Si yo pillara tus años...

Por otro lado, el joven apuraba su "cigarrito de la risa" y su litrona mientras pensaba:
Joder, que jacorra, pero claro, ¿Cómo se iba a fijar en mi una tía como esa? Sólo soy un puto "acabao" sin futuro ninguno, sin trabajo, sin casa, que depende de sus padres y que no vé visos de salir de ahí. Mira el puto viejo ese de enfrente, seguro que no ha tenido los mismos problemas que yo, seguro que no tiene que colocarse todos los días para no pensar en cortarse las venas día sí día también...
Después de venir al parque a ver el culo a las chavalitas y alegrarse la vista, seguro que se vá a casa y su mujer le está esperando con los brazos abiertos y el plato en la mesa. Ya quisiera yo llegar a su edad con ese plan de vida y esa salud...

Mientras, la chica llega a su casa, se planta frente al espejo y tras una leve sonrisa, rompe a llorar con todas sus fuerzas mientras piensa:
Nunca me veré guapa, he visto como me miraban y como sonreían, seguro que pensaban que estoy gordísima...