sábado, 23 de mayo de 2009

Los innombrables


Mi primer recuerdo en la vida es oscuro, oscuro como esta mina en la que trabajo desde que tengo uso de razón. Entré aquí con 4 años por primera vez. No era este mi destino, ya que normalmente en estas tierras, no suele haber mas de dos hijos por matrimonio y es el primogénito el que tiene asignada la dura tarea de continuar la tradición minera de la familia. El segundo hijo, que siempre es chica, ocupa las labores de hogar. La "parejita" es el estadío ideal en estas tierras, aunque hay familias que tienen la genética desgracia de concebir mas de un varón, con lo cual la mina familiar tiene que desechar al segundo de los obreros, ya que la escasez de minerales en los últimos años ha hecho de estas tierras un triste criadero de flacos e ignorantes paletos que malviven con lo poco que obtienen de sus tristes minas de carbón. En cuanto a las niñas, era otro cantar. Una joven soltera era muy cotizada en estas tierras, ya que la mayoría de las familias solía sustentar al primer hijo varón para luego rechazar a los siguientes. Era normal incluso, que el primer bebé nacido de la pareja fuera directamente arrojado al río si era hembra, ya que era mucho mas dificil mantener a una hija sabiendo que su único futuro sería buscar un marido bien situado, por lo que las familias solían "cerrarse" tras el nacimiento del primer varón.
En mi caso, yo fuí el tercer hijo de una familia trabajadora. Hecho insólito, ya que era raro tener mas de un hijo por familia. Más raro aún si pensamos que en mi familia ya había un descendiente varón, el primogénito de mis padres era un chico, que había ocupado su puesto en la mina, como correspondía en la tradición y lo había hecho dignamente desde que se había sostenido de pié y había sido capaz de sostener un pico y una pala. En cuanto a mi hermana, Roda, que había nacido un año después de Otto, era un angel de pelo largo que igual atendía las labores de la casa a su corta edad que cuidaba de sus hermanos, dejando así tiempo a nuestros padres para ellos.
Lo curioso fué mi nacimiento, era la primera vez que en la aldea de Mindgar una familia tenía la osadía de incumplir las leyes no escritas que aconsejaban no tener una gran descendencia. No era ningún delito, pero era sabido por todos que en aquella pobre tierra de recursos limitados era muy dificil mantener una gran familia, de hecho, eran normales las disputas entre familias que rivalizaban por los límites territoriales de sus pobres territorios o peleas entre hombres que se disputaban a las escasas hembras del lugar.
Pero en aquella familia se dió un caso extrañamente visto por aquellos parajes y era la de un segundo hijo varón en el seno de una familia donde aún habían siquiera casado a su joven hija. No tardó en atacar la hambruna aquel sobrepoblado hogar, donde llegaban escasos recursos que no eran capaces de satisfacer a toda la familia, acostumbrados a un ritmo de vida normal en aquella comunidad que les permitía comer a diario e incluso intimar con otros de su entorno en extraños rituales amistosos que incluían compartir manjares de las respectivas familias implicadas en aquellos actos de convivencia social.
Pero había un problema en aquella familia, era la primera vez que se daba el caso, después de siglos de historia, de que se diese en un mismo hogar tan gran cantidad de descendencia. En algunas ocasiones, anteriormente, ya había sucedido algo así, pero siempre se había solucionado de la forma tradicional, que consistía en sacrificar de forma discreta a los "sobrantes" de la familia arrojando a los recién llegados al río. Pero por alguna extraña razón, aquella pareja decidió no desacerse de su tercera criatura, ya que habían enseñado a su primogénito a trabajar tan pronto y con tanta ilusión que habían olvidado cual era su principal función, que era la de servirles, y se habían encariñado con él, de la misma manera que otros aldeanos se encariñaban con sus obedientes perros, por lo que decidieron que adoptarían a Otto como su protegido y me aprovecharían a mi, Randalf, su pequeño retoño, para trabajar en las minas.
Randalf fué un fiel y eficaz minero desde que tuvo 4 años, era capaz de levantar rocas mas grandes que su propio peso, pero claro, tuvo un gran maestro, su hermano mayor, al que nunca vió como a un hermano, sino como a un rival que había ganado un puesto al que él nunca tuvo opción por el simple hecho de llegar mas tarde.
Aún así, Randalf fué durante años un "topo", como solían denominarse en el argot de la aldea, de primera. No solo siguió con soltura la tradición familiar, sino que fué capaz de abrir nuevas vías ya que tenía una especial capacidad para realizar su trabajo, ya que siempre estuvo convencido de que su trabajo era importante para el desarrollo de su familia y su comunidad.
Tras años de trabajo bajo tierra, Randalf empezó a tener dudas sobre la importancia de su trabajo, ya que, mientras que él estaba allí solo día y noche (aunque el concepto de día era algo teórico para él), Otto disfrutaba de la luz del sol y de otros placeres que él nunca llegaría a conocer por el simple hecho de haber nacido en el lugar y orden equivocados.
No solía pensar en eso, aunque de vez en cuando se le pasaba por la cabeza, pero intentaba ocupar sus pensamientos imaginando cuanto le agradecería la comunidad y su familia en particular el descubrir la mayor veta de carbón de la zona.
Fué un sueño bonito durante años, pero desgraciadamente, acabó dándose cuenta de que su destino estaba ligado de por vida a las vías y galerías de aquella oscura y triste mina, lo supo desde el momento en que descubrió su veta soñada. Aquella mañana, tras abrir una nueva vía en la vieja mina, descubrió una oscura grieta en la roca (no tan oscura para sus blancos ojos acostumbrados a la penumbra) donde todas sus paredes eran de un negro tan intenso que era dificil distinguir sus bordes. Enseguida se dió cuenta que estaba ante un hallazgo nunca antes visto y corrió tanto como pudo para comunicar a sus padres la buena nueva.
Salió de la oscura gruta a media tarde, cuando el "molesto" sol aún no había acabado de ocultarse y se dirigió la gruta donde su familia tenía su morada. Una vez allí, temblando de excitación, buscó a su padre para comunicarle la feliz noticia, había encontrado un filón de carbón tan rico que les sacaría de su ruín vida para siempre. Solo hubo un problema, y es que al encontrar a su padre y comunicarle la noticia, éste se alegró, sí, pero su primer pensamiento no fué para Randalf, el gran héroe que había descubierto tan maravilloso hallazgo, sino para Otto, su primogénito, al que podría casar sin dificultad tras haber adquirido tal manantial de riquezas. Aquella noche fué toda una fiesta en la gruta de Olaf, el orgulloso Orco propietario de la mayor y mas rica mina de carbón conocida hasta la fecha, también fué la primera noche del despertar de Randalf, el desilusionado y "maldito" trabajador que tuvo la desgracia de descubrir el tesoro que marcaría los límites de su futuro. Hasta entonces, su vida había tenido sentido, había sido el encargado de "salvar" a su familia de un existencia triste en una pobre comunidad, pero cuando creyó cumplido su objetivo se dió de bruces con la triste realidad que le decía que su gran hallazgo sería su gran maldición, ya que se había condenado a trabajar de por vida en aquel triste y oscuro agujero para que su familia disfrutara de todo tipo de favores y reconocimientos en la superficie.
Aquel fué el primer día del resto de su vida bajo tierra, desde entonces han cambiado las tradiciones en la vieja aldea minera gracias a la riqueza que les da el poder negociar con carbón suficiente para abastecer a las comarcas vecinas, ahora ya no hay problema en tener mas hijos por familia, ya que hay trabajo para ellos en la gruta del maestro Randalf, a él se entregan los hijos de las familias, todos menos el primero, el primogénito, que se cría en casa y seguirá la tradición del resto de las familias, normalmente la venta de carbón. Las niñas trabajarán en casa hasta casarse, sirviendo fielmente a sus padres y maridos. En cuanto a los demás, los descastados, vivirán su corta y triste existencia conmigo, aquí abajo, en la mina, que desde hace algunos años permanece aislada del exterior, cerrada con grandes puertas vigiladas desde fuera para que no escape la riqueza que encierra en su interior, ni a nosotros con ella...
Nadie se acuerda de ellos, al menos en público, ya que está penado por "su justicia" hablar de nosotros en el exterior debido a que los primeros años, algunas madres no aguantaban el dolor de deshacerse de sus hijos y lucharon contra las costumbres y el "bien común", alguna llegó incluso a quitarse la vida. Ahora, todo ha cambiado, los descastados somos también los innombrables, ya nadie se acuerda de nosotros, solo nuestros guardas tienen algún contacto con nosotros al introducir comida o nuevos trabajadores por el hueco destinado a tal fín en la puerta de la mina, rara vez se aventuran a entrar y, si es así, es para castigarnos con dureza por la escasez de producción, por lo que intentamos evitar que lo hagan. No quieren pensar en nosotros para intentar salvar sus almas e intentamos así sea para intentar salvar nuestros cuerpos...
Así fué como este pueblo minero salió de la pobreza económica para convertirse en uno de los mas ricos de la comarca, donde los que viven arriba construyen casas cada vez mas grandes y se visten y adornan con las mejores sedas y joyas, procurando pensar lo menos posible en los que estamos abajo para evitar sentir cualquier malestar a la hora de disfrutarlos.

4 comentarios:

SILVIA dijo...

Has relatado al detalle, la historia de esta civilizacion. El de arriba cada vez mas rico y prospero,a costa del dolor y el empobrecimiento de los de abajo. Los innombrables, los malditos, los parias, en defnitiva y en estos tiempos que corren: el españolito de a pie. Decirte, que tienes un don, y es, escribir de tal forma, que consigues que vivamos en tiempo real tus relatos. Al menos, yo. Mil besitos!!!

SILVIA dijo...

Por cierto, empiezo a echarte de menos por mi blog, donde andas??????????????????

SILVIA dijo...

Tengo un mensaje de Nerim para vos: " Monchito, hasta dentro de unos dias no tengo internete, asi que no te creas que me he olvidado de ti. Pronto aparecere de nuevo. Un besazo. Nerim".
Pos ala, mensaje enviado. Mil besitos!!!

NERIM dijo...

Preciosa historia y como siempre muy bien contada.
Ojalá todos pudiéramos tener la oprtunidad de saborear las cosas tan inténsamente como lo describes tú aquí.
He de dar las gracias a Silvia por darte mi recado.
Te echo de menos, dónde estás?
Besos nocturnos y especiales para tí.
Miren.