viernes, 30 de octubre de 2009

Naúfrago


Mi nombre es Roberto, soy naufrago, vivo solo desde hace años en mi pequeña isla desierta, bueno, no exactamente... Me explico: En realidad (aunque la realidad es algo bastante relativo...), soy escritor, vivo en una pequeña casa cueva a las afueras de Guadix, al norte de Granada, en una zona bastante apartada donde, por propia voluntad, paso la mayoría de mi tiempo. Mi única compañía es un pequeño perro al que adoro y con el que no paro de hablar, él es el primero en conocer mis escritos (quiera o no...), y la verdad es que tengo que agradecerle su paciencia, hasta le he enseñado a asentir con la cabeza si le pregunto si está bien. Hay otros dos amigos en mi vida de naufrago; por cierto, a veces me dejo el pelo y la barba bastante largos y desaliñados como si fuera el mismísimo Robinson Crusoe y no me importa vestir ropas viejas y hasta rotas. Mis otros dos amigos de los que hablaba son un tanto peculiares; el primero es un viejo teléfono móvil al que solo respondo cuando la palabra Editor aparece en la pantalla, ya que eso quiere decir dos cosas, o bien me han hecho un ingreso en el banco y pronto me llegará un sobre con algo de dinero (haya o no gustado mi libro o artículo, eso me da igual), o bien me he pasado demasiado tiempo sin enviarle nada y me llama para echarme la bronca y ponerme las pilas (eso quiere decir que me faltará dinero pronto). Mi otro amigo tiene que ver con esos sobres de dinero que me envía mi editor, le pido que lo haga así ya que no me gusta ir al banco, prefiero hacer mis compras por internet, me las traen a casa, pago por el banco y no tengo ni que hablar con nadie, pero por otro lado, siempre me gusta tener algo de dinero suelto para visitar a mi único amigo humano, al único con el que tengo algo de contacto y al único que hablo, aunque a él parece no gustarle mucho... Me refiero a mi amigo Viernes, el indígena de mi isla (no hace falta que explique el por qué ¿verdad?). Él insiste en que se llama Juan y se enfada muchísimo cada vez que le llamo viernes, bueno, cada vez menos, creo que ya me da por imposible y me aguanta pensando que estoy loco perdido (y lo peor es que tiene bastante razón). El caso es que Viernes trabaja en una gasolinera 24 horas y cada Jueves por la noche me paso a verle para comprar un par de bocadillos, un poco de vino y, como no, a darle un poco de conversación... Normalmente , como he dicho antes, pasa de mí, o bien me sigue el juego o ni me habla esperando que me aburra y me vaya, otras veces (ya las menos) le pillo con mal día y me manda a tomar por culo chillándome que está harto del puto loco todos los Jueves... Si tiene buen día, simplemente hablo con él, aunque no me responda, le cuento siempre lo mismo: El día que naufragué, como llegué hasta esta playa, como le conocí... Le enseño palabras como galleta, leche, etc (mostrándole ejemplos de cada una, claro), eso le pone de los nervios... Y le explico que le llamé Viernes porque, aunque le encontré un Jueves, me recuerda al amigo de Robinson Crusoe... El día que está cansado, me echa directamente, a lo que siempre respondo a voces: He visto la luz, solo yo conozco el camino, dame un brick de Don Simón, que quiero hartarme de vino hasta acabar en mi ataúd. ¿Que por qué lo hago?... Yo que sé... Solo se que me encanta... El día que "Juan Viernes" tiene buen día hablamos un poco de todo, después, por supuesto, de mis estúpidas y pesadas bromas de aprendizaje del idioma. En realidad me cae bastante bien, es un tipo sencillo pero inteligente con el que puedo hablar de todo y, aunque no lo sabe, es fuente de inspiración para muchos de mis artículos, ya que es mi foco de contacto con el mundo y me pone un poco al día de todo lo que pasa. A veces me pregunta el porqué de mi encierro, o mi destierro voluntario, como queráis llamarlo, y la verdad es que siempre escapo a la respuesta porque, en realidad no quiero recordarla, creo que mi vida naufragó en algún momento por motivos que no puedo recordar, pero recuerdo que no estaba solo, que echo de menos a mi tripulación, pero que me siento seguro en mi isla, con mi perro y mi amigo Viernes. Algún día construiré una balsa y saldré de aquí, pero de momento me quedo aquí, bajo mi palmera que me protege del sol y los recuerdos.

2 comentarios:

SILVIA dijo...

Sabes Monchito? Me encantaría tener mi pequeño pedacito de isla desierta donde escaparme de vez en cuando. De momento, me quedaré aquí, haciéndole compañía a tu naúfrago.
Mil besitos!!!

NERIM dijo...

Yo tengo mi propia isla en mi espacio personal e intransferible, pero a veces me pueden las ganas de volar lejor y escapar del mundo.
Supongo que a todos nos pasa alguna vez.

Pd.: ¡Me sigues debiendo un comentario!!
Voy a pensar seriamente "ajuntarte"